TRAS LAS HUELLAS - CAPÍTULO III


Pinzón y Tagle salieron de allí para el laboratorio donde estaban haciendo los análisis a la probeta que encontró Furia. Dejaron al perro arriba de la camioneta, - “¿Tú que crees jefe, el médico será culpable?, lo vi muy nervioso “-, - “Quien sabe, por ahora es el único sospechoso, lo único que tenemos es esa libreta, también debemos investigar los hábitos de Natasha, a que hora salía, donde almorzaba, sitios que frecuentaba, sus amistades más frecuentes, etc, etc. Cualquier insignificancia puede ser importante.”- Llegaron al laboratorio, un edificio pequeño de tres pisos, pidieron hablar con el personal a cargo, los atendió una enfermera bastante antipática, que los escudriñaba detrás de unos lentes gruesos.

- ¿Qué desean los señores?
- Buenos días señora Olga
 (leyó su nombre escrito en su uniforme)
- Señorita… por favor, que buscan por aquí?

Los dos agentes le mostraron su credencial de policía, la enfermera cambió un poco el semblante, y trató de ser más amable.  Disculpe oficial, es que en estas épocas uno debe ser cuidadosa, no permitimos que entre cualquier persona al laboratorio.-

-Está bien, enfermera, venimos a buscar unos resultados que entregamos en la tarde de ayer. Tenemos realmente urgencia en que nos lo entregue, estamos investigando un caso.
- Un momento por favor, enseguida se los traeré.

A los pocos minutos volvió la mujer con un sobre en la manos, se lo entregó al sargento, que lo abrió en presencia de Tagle. –Lo que me imaginaba, encontraron una alta dosis de cianuro, lo que significa que el asesino se desenvuelve en el ambiente de clínicas u hospitales. Debemos examinar el cuerpo nuevamente, conseguiré una orden para volver a la morgue- Más tarde en la morgue Pinzón volvió a revisar el cadáver de Natasha, recordó el detalle que había observado en el cuello de la víctima y al observar vio uno pequeño punto rojo. Eso confirmó sus dudas, ahora necesitaba descubrir el móvil, y si realmente había sido el marido quien la había matado. Le seguía pareciendo demasiado obvio pero tampoco podía descartarlo. Mientras le daba vuelta a sus pensamientos, recibió un mensaje de texto en su móvil. “Doc, encontré algo importante.” Era Tagle, -¿Qué habría hallado?-, después de todo parece que Tagle sí se está comportando como un detective, se dijo - Salió a toda prisa del lugar, para encontrarse con Tagle en una cafetería del centro; cuando llegó estaba Tagle comiéndose una medialuna con un café express en la mano, Furia estaba sentado a lado de él en una silla. Pinzón refunfuñó.
-¿Tendré que tomar mi café con este monstruo peludo al lado mío? Tagle, tú y tu perro me tienen hasta la coronilla. ¿Qué encontraste?

-No te sulfures jefe, pues investigando en la libreta de teléfonos encontré la dirección de un gimnasio aerobics, estuve por allá y preguntando por aquí y por allá descubrí que la finada Natasha iba todos los días, tenía un entrenador y masajista personal, un tal Marcus; pero sus encuentros no se limitaban al gimnasio; una de las empleadas confesó que los vio varias veces entrar en algún bar. ¿Qué te parece jefe?
- Habrá que investigar más, apúrate, iremos a hablar con el masajista. Veremos que tiene que decir.

Un poco más tarde estaban en el gimnasio hablando con el entrenador; un tipo joven de 28 a 30 años; los atendió amablemente.

-Es cierto, Natasha y yo teníamos una relación desde hace un año; su marido es un desgraciado, un tipo egoísta, materialista, que no la quería; yo sé que él tiene una amante, es doctora, pero Natasha nunca se lo pudo probar.
-¿Sabe Ud. –
lo interrogó Pinzón- por qué la Sra. Klugerman me haría un llamado tres días antes de morir?
-No lo sé en realidad, sargento, pero sí puedo decirle que Natasha hacía varios días había estado recibiendo llamadas anónimas; eso la tenía muy alterada.
-Está bien señor Marcus, le agradezco nos mantenga informados de lo que pueda saber, y por ningún motivo abandone la ciudad.
- Sí Sargento, no tengo interés en ir a ningún lado. Y deseo que este caso se resuelva, que a Natasha se le haga justicia.

Esa semana siguiente mantuvieron vigilado al médico, llegaba temprano a la clínica, siempre sin compañía, dejaba su lujoso vehículo Mercedes Benz en el estacionamiento; nunca hacía movimientos extraños, nada que levantara sospecha. Pero Pinzón sabía que la respuesta se encontraba dentro de esa clínica. Ahora tenía algo más claro, el médico sí tenía un móvil, su mujer le servía más muerta que viva. Decidió interrogarlo otra vez, quizá podría sacarle algo más. –Tagle, escúchame bien, mientras yo hablo con el doc, tú trata de encontrar algo, trata de que no te vean, llévate a Furia, a ver que puede olfatear. Te lo repito: con sumo cuidado. – Sí, señor, vamos Furia, muévete –


Tagle acompañado del perro mientras el sargento se dirigía a interrogar al médico, hablaba con una enfermera tratando de averiguar algo que sirviera para la investigación.

-Hola monada, ¿no te han dicho que eres la enfermera más preciosa de esta clínica?
-No sea zalamero, ¿qué quiere saber? Supongo que están averiguando sobre la muerte de la señora Natasha. Pobrecita, todos la estimaban mucho.
-Bueno encanto, aquí entre nosotros, te aseguro que no diré nada, me puedes decir algo sobre el doctor, ¿es verdad que tenía un romance con alguien de esta clínica? -

La enfermera miró hacia los lados – Shhhh, las paredes pueden oír, solo puedo decirle que con la doctora Norma Reynal había cierta amistad. Nunca se pudo comprobar, pero es lo que comentaban entre mis compañeras. Ella es médica bióloga, es todo lo que puedo decirle.

- Gracias muñeca, has sido de mucha ayuda.



-¿Otra vez Ud.? Creo que ya hemos hablado, hasta cuándo sargento? ¿Cree que mi tiempo es solo para responder sus impertinentes preguntas?
-Lo lamento doc, lamento que tenga tan poco interés en resolver este caso, usted debería ser el primero ¿verdad?, pero no se preocupe, creo que ya lo tengo casi resuelto. Solo me falta algo por aclarar.-
 Mientras decía esto sacó de su chaqueta la bolsita que contenía la pequeña probeta- -¿Dr. Silvio Klugerman, puede usted responder si reconoce este envase?

Klugerman miró extrañado el frasquito de vidrio. -¿De dónde sacó eso? –

-Fue hallado en el río cerca de donde fue encontrado el cuerpo de su esposa.
-Sí, es una probeta de laboratorio, ¿y eso que prueba?
-Podría probar mucho, y mucho más si averiguo que proviene de esta clínica. Pero eso no es todo mi estimado doc.
-¿Qué más? -
 El médico un poco pálido, trataba de esquivar la mirada.
-Lo más interesante de esta probetita, es que los análisis del laboratorio arrojaron una gran cantidad de cianuro, algo así como para matar un caballo.

-Escuche, cómo tengo que decírselo, yo no asesiné a mi esposa, y no continuaré hablando, mi abogado me está representando, diríjase a él.
- Será peor para usted doctor si continúa poniendo las cosas más difíciles. Si usted es inocente no debe de preocuparse, la verdad ya me estoy cansando de su prepotencia, tenga cuidado, no olvide con quien está hablando.
- Y usted tampoco lo olvide, no permitiré que su departamento ponga en tela de juicio mi buen nombre, ni mucho menos que ponga en peligro mi carrera.
- Me importa un demonio su carrera, ni su buen nombre; solo me importa encontrar a quien asesinó a Natasha Nash Klugerman. Y le aseguro que no descansaré hasta encontrar a él ó a los culpables. Buenas tardes Doctor. 

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