MARIONETAS
¿Cuándo fuiste realidad, cuando dejaste de serlo? Llegaste a
estar tan cerca de mí, a vivir tú en mí, a vivir yo en ti, que perdí la noción
del tiempo, de las horas, porque lo primordial era esperarte; mirando por la
ventana ver caer los rayos del sol, apresurando las horas, derrotando el
insomnio escribiéndote, anhelando el encuentro. La vida se hacía eterna hasta
que tú llegaras, y cuando llegabas el mundo dejaba de existir, nuestro mundo
era una caja de cristal, con el oxígeno de nuestros sentimientos, dando rienda
suelta a la fantasía del deseo, de los sueños, y cuando te ibas todo se apagaba,
mi voz callaba, como un títere a quien le dan cuerda, me quedaba arrinconada,
sin vida, hasta esperar a que amaneciese otro día en que tú volvieses para
nuevamente despertar.
Los hilos del sueño fueron quienes manejaron el destino de los dos, más el de mi corazón que el tuyo, porque tú decidiste escapar un día, callado, agazapado entre el silencio y la oscuridad, decidiste terminar el último acto, cerrando el telón sin despedidas; es lo que no puedo perdonarte, ese final sin chance, sin derecho a réplicas; que tenías tus razones, era ineludible, pero ¿de qué valieron ese tiempo, esas horas, esas esperas? ¿A dónde fue todo eso? Realidad virtual, sueño real, ¿que diferencia hay cuando el corazón llora, cuando se entrega de verdad?
De repente venías después como compadeciéndote de mi abandono, como si no quisieras irte del todo, pero el sueño ya estaba roto, mi corazón ya estaba roto, ni yo era la misma, ni tú el mismo. Sigues siendo aunque no lo quiera, un sueño real, un poema inconcluso, un dardo clavado en el centro de mi pecho, un capítulo sin cerrar, todo lo que no pudiste ser y no fuiste.
El pasado corre más rápido que el presente, se va tan veloz para que no volvamos a alcanzarlo más, y con él los mejores y peores momentos, las horas más felices, los infortunios, esos pequeños momentos de felicidad compartida, que si se pudieran guardar en un cofrecito con todos los besos y las palabras de amor serían como piedras preciosas que el alma atesoraría. Pero el pasado se va, huye, y con él todo lo que vivimos, todo se lo lleva el viento… De ti no sé que habrá sido, serás siempre un enigma por descubrir, un títere que el destino mueve en otro escenario. Yo, la marioneta sin rostro, sin futuro, en un rincón cualquiera, siempre oculta, callada, sin vida.
Los hilos del sueño fueron quienes manejaron el destino de los dos, más el de mi corazón que el tuyo, porque tú decidiste escapar un día, callado, agazapado entre el silencio y la oscuridad, decidiste terminar el último acto, cerrando el telón sin despedidas; es lo que no puedo perdonarte, ese final sin chance, sin derecho a réplicas; que tenías tus razones, era ineludible, pero ¿de qué valieron ese tiempo, esas horas, esas esperas? ¿A dónde fue todo eso? Realidad virtual, sueño real, ¿que diferencia hay cuando el corazón llora, cuando se entrega de verdad?
De repente venías después como compadeciéndote de mi abandono, como si no quisieras irte del todo, pero el sueño ya estaba roto, mi corazón ya estaba roto, ni yo era la misma, ni tú el mismo. Sigues siendo aunque no lo quiera, un sueño real, un poema inconcluso, un dardo clavado en el centro de mi pecho, un capítulo sin cerrar, todo lo que no pudiste ser y no fuiste.
El pasado corre más rápido que el presente, se va tan veloz para que no volvamos a alcanzarlo más, y con él los mejores y peores momentos, las horas más felices, los infortunios, esos pequeños momentos de felicidad compartida, que si se pudieran guardar en un cofrecito con todos los besos y las palabras de amor serían como piedras preciosas que el alma atesoraría. Pero el pasado se va, huye, y con él todo lo que vivimos, todo se lo lleva el viento… De ti no sé que habrá sido, serás siempre un enigma por descubrir, un títere que el destino mueve en otro escenario. Yo, la marioneta sin rostro, sin futuro, en un rincón cualquiera, siempre oculta, callada, sin vida.
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