EL DEBUTANTE - CAPITULO II-FINAL
Katty sentía los ojos del hombre clavados sobre ella, deseaba que terminara esa noche, volver a su cuarto, darse una ducha y olvidarse de esa cita que en mala hora aceptó; quería borrarse para siempre de su cuerpo, esa mirada que la traspasaba todo el tiempo. El taxi avanzó por la gran avenida y dobló por una calle donde estaba el hotel al que el tipo le indicó. Se bajaron por el mismo lado y el hombre la agarró de la mano para ayudarla a bajar. Era un motel de tres estrellas, nada del otro mundo, no se veía entrar o salir mucha gente, algunas parejas que subían por el ascensor; era un edificio de diez pisos, en la recepción había un viejo que parecía estar medio dormido, eran las ocho de la noche. Su cliente hizo la reservación, no se fijó en su nombre, cuando se conocieron no se acordaba si él se lo dio ó ella olvidó preguntárselo; lo único que le importaba es que le diera unos buenos billetes; subieron al ascensor quinto piso letra F. Katty no tenía muchas ganas de hablar, lo que deseaba era salir corriendo, sentía algo en el aire, podía olerlo, casi tocarlo, algo que le empezaba a provocar como un terror indescriptible. Se dijo que tal vez se estaba volviendo paranoica.
La habitación era bastante grande, pisos de baldosa, una cama grande, mesa de luz, televisión, en fin, la típica habitación de motel donde prestaba sus servicios. En cuanto entraron ella pasó al baño para quitarse la ropa, vio que el tipo acomodaba su abrigo en la silla y un maletín negro que llevaba con él. Entró al baño y se sacó la blusa y el pantalón, se quedó con las bragas y el sostén que demarcaba sus senos, tenía un cuerpo que volvía locos a su clientela, por eso trataba de sacarle el mayor partido. Se tardó unos diez minutos en salir, no sentía ningún ruido en la habitación, al salir allí estaba el señor anónimo, no se había quitado la ropa, eso le pareció muy raro, solo había bajado un poco la luz de la lámpara, como para dar más de intimidad al encuentro y había cerrado las cortinas de la habitación.
Cuando la vio, enseguida ella notó que sus ojos la recorrieron con lujuria, deteniéndose en sus senos y bajaron luego a sus bragas, ella también lo miró pero esquivando su mirada, no estaba mal el anónimo, - Bueno, a lo tuyo - se dijo Katty. Se le acercó y empezó a trabajar con sus manos por el cuerpo de su cliente, con su lengua comenzó a recorrer su cuello, sus orejas, y comenzó a acariciarle su miembro excitado. Notó los jadeos del señor anónimo, intempestivamente él la dio vuelta, de espaldas a él y comenzó a acariciarla un poco, desprendió su sostén para sobarle los pechos, la chica se quitó las bragas para que la acariciara también. Sintió cómo temblaba el hombre pegado a su cuerpo, manoseándola toda. De repente se detuvo, pero sin soltarla, le dijo suavemente, - ¿Sabes una cosa putita asquerosa? No vine a cojerte, vine a matarte. - Katty quedó paralizada, súbitamente reaccionó y quiso moverse hacia la puerta pero un brazo de su atacante la sostuvo fuertemente mientras con el otro le tapó la boca, la chica comenzó a manotear luchando desesperada sin poder gritar; una fuerza descomunal la llevó hacia atrás, era demasiado tarde, no podría salir de allí. Trató por todos los medios de zafarse, sacudiéndose, tratando de clavarle las uñas por algún lado pero era imposible, él la tenía totalmente sometida, sintió las lágrimas que salían de impotencia, de miedo, de desesperación, no podía ya razonar; momentáneamente el tipo aflojó, parecía que iba a soltarla, sintió que algo frío, seco, filoso cortaba su cuello, todavía respiraba, quiso gritar, pedir auxilio, no podía…solo salían sonidos guturales de su garganta, la sangre comenzaba a salir a borbotones, a chorros, ya no sintió nada más…todo se hizo oscuridad…
El asesino luego de asegurarse que ya no se movía, la dejó tendida en el suelo nadando en su propia sangre, su mirada helada la recorrió una vez más, todavía lo excitaba la perra inmunda... tenía que salir rápido de allí, no podía dejar que sus nervios lo traicionaran. Se puso los guantes de látex y comenzó a limpiar todas las huellas posibles, en la puerta, en la mesita de luz, limpió luego la navaja. Guardó despues todo en el maletín. Luego se dispuso a apagar las luces, alguien la encontraría en la mañana, seguramente cuando viniera a limpiar la camarera; antes de salir agarró un pedazo de papel y comenzó a escribir, cuando terminó apagó las luces, cerró la puerta sigilosamente, al bajar a la recepción el viejo estaba dormido sobre los papeles; más perfecto imposible.
-Capitán Zuller ¿me copia? Tiene que venir enseguida, tenemos por esta zona un H4, Motel Paris, Calle treinta y nueve con primera transversal; apúrese jefe, ya está llegando la prensa y la televisión.
-Voy en camino, que despejen todo y cierren todas las entradas y salidas del lugar. ¡Maldita sea! ya ni en domingo se puede descansar-. Zuller puso la sirena para que le dejaran vía libre hasta llegar al sitio, …que iría a encontrarse. Por el tono de voz de Caruso pintaba muy mal. Al llegar al Motel, ya la policía había acordonado la entrada del motel para impedir el paso de la gente que se encontraba excitada con el alboroto. Los periodistas quisieron acercarse a hacerle preguntas pero con una mano los paró y les dijo que no haría declaraciones.
Entraron a la habitación, allí en el piso, en un charco de sangre yacía una mujer de 25 a 30 años con los ojos abiertos y apagados mirando al vacío con una expresión de terror y la garganta cercenada.
-¿Algún testigo? ¿Huellas? ¿Que coño pasó aquí? Dijo Zuller que ya tenía ganas de salir a vomitar.- ¿Qué me dicen de la víctima? -
-Nada Capi, todo el lugar está limpio, al parecer el desgraciado no dejó ningún detalle suelto. Se presume que fue un tipo por la forma como fue atacada; no hay rastros de semen tampoco. Al parecer solo la mató. La chica era una prostituta de nombre Serena Mayo, de veinticinco años y su apodo era Katty.
-Sigan buscando, que no se les pase nada por alto, que nadie toque nada ni se lleven nada hasta que venga el médico forense para revisar el cadáver. No importa, a ese lo agarramos tarde ó temprano.- El capitán prendió uno de los cigarrillos negros que tenía en su chaqueta, mientras salió afuera del cuarto para sacarse de su vista por unos segundos ese espectáculo; ya debería estar acostumbrado después de treinta años de servicio, pero ese día feriado no tenía pensado ver tanta sangre, mandó que taparan el cadáver de Katty que comenzaba ponerse rígido.
-¡Capi! ¡Venga rápido!, encontramos algo - gritó Caruso desde adentro. Entró al momento que el teniente le puso un pedazo de papel sucio de sangre en sus manos escrito en letra de imprenta; - Lo encontramos dentro del cuerpo de la chica, dentro de las bragas…- “Si hay algo que está de sobra en este mundo son las putas”.
- ¡Cerdo hijo de puta! Estalló el Capitán con furia, golpeando la pared. –Jefe, ¿que habrá querido decir?, será que no es la primera ni la última? ¿Nuevo asesino en serie? Zuller parado cerca de la ventana miró hacia afuera pensativo, - Tal vez pudiera ser, pero ojalá te equivoques. Vamos Caruso tenemos trabajo que hacer.-
EPÍLOGO
El nuevo asesino recostado en su cama sonreía tranquilo y desnudo, recordando la noche anterior; - no estuve mal para ser la primera vez - ¿Como lo estarán pasando esas ratas? Ahora es que empieza para ellos, que me agarren si pueden, pero por ahora no, ahora no…
Decidió más tarde salir a respirar un poco de aire, y a planificar nuevamente la elección de su próxima víctima. El señor anónimo ya había hecho su debut, de asesino, de criminal, su meta, borrar del camino cuanta puta existiera. Seguiría llevando su vida sórdida de siempre en el suburbio, un trabajito por aquí otro por allá, mientras le alcanzara para vivir. Pero esta vez sería distinto, esta vez gozaría en grande su otra vida, de vengador, limpiando las calles de putas y perras. Se cambió, prendió un cigarro, enfiló para la avenida de los bares, eran cerca de las cinco de la tarde, comenzó a caminar y se mezcló entre la gente…
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