LA CLARIVIDENTE - CAPÍTULO II

-Dígame, Patricia, hábleme un poco de los amigos que tenía Verónica, ¿había alguien especial en su vida? Hasta el menor detalle puede tener importancia.
-Vero tenía un amigo, David Lihn, es compañero nuestro, él es un poco serio, conozco poco de su vida, estudiaba Comercio, pero después dejó los estudios, le gustaba mucho la fotografía, así que sus padres le pusieron un local de revelado de fotos. No sé mucho más.
-¿Y alguien más? -volvió a preguntar el inspector.
-A Vero le gustaba chatear, hace dos meses conoció a un chico, se llama Tony, pero no sé su apellido. Creo que lo conoció y se vieron una o dos veces. Supongo que la mañana que hablamos por última vez por teléfono, tal vez quiso contarme algo sobre él.
-Está bien,  interesante información habrá que revisar el correo de Verónica. ¿Me lo puede facilitar?
-veromarall@...com

Más tarde,  el inspector se dirigió con uno de sus oficiales expertos en informática para revisar la computadora de la infortunada chica.
El sargento Prince comenzó su búsqueda en el correo que les dio Patricia. Había varios correos, de sus amistades, de la universidad, pero uno llamó su atención: tonylabinia@...com lo abrió:

Tony: -te extraño lobita
Verónica: yo también, cada día más
Tony: ¿cuándo nos vemos?
Verónica: mañana, después de las 12
Tony: ¿Qué harás hoy lobita?
Verónica: Caminar, trotar, correr...
Tony: ¿En el sitio de siempre?
Verónica: Sí, allí, donde nos vimos por primera vez...
Tony: Entonces mañana, no puedo esperar...
Verónica: Yo tampoco...I L Y
Tony: T Q L

Inmediatamente le mostró el correo a Kossi: -Rastrea el correo del tal Tony. El conocía el parque, puede ser sospechoso. Pero también hay que investigar al otro, a David Lihn, qué tipo de relación tenía con Verónica. Consígueme las fotos de los dos presuntos. Quiero saber si alguno de ellos tiene una cicatriz cerca del ojo. Las necesito pero para ayer.
Corrieron a la Central, allí Prince se puso a la tarea del rastreo delos dos. En su computadora tenía varios programas especializados en búsqueda de personas, de correos, de páginas delictivas de internet; no tardó mucho en encontrarlo: Tony Labinia, de origen italiano, apareció su foto, de pelo moreno, ojos negros, no se distinguía alguna cicatriz. Pudiera ser que la foto no fuera muy reciente. Dirección: Calle Pentecostés - Edif. Surlan - Piso 9 - El Paso. Comenzó a rastrear al otro, David Lihn, su correo lihn.david@...com. tardó un poco más pero lo halló, apareció el nombre de su negocio, Revelados Lihn Gamp. Co. Dirección: Av. Alameda, cruce con 3a Avenida - Loma Verde. No aparecía su foto.
-Inspector, aquí tiene la información, Labinia vive en el Paso, no tiene cicatriz en la foto. Lihn, conseguí su dirección, mas no su foto
-Buenísimo, Prince, que no aparezca cicatriz no quiere decir que no la tenga. Ve a El Paso a buscarlo. Vayan armados y con mucha cautela. No sabemos qué tipo de sujeto será. Yo iré a ver si encuentro al otro.

Cada uno se subió a su patrulla. Prince y Estrada salieron a toda velocidad, era un pueblo a una hora de Loma Verde. Un pueblo no tan pequeño, con muchas calles y avenidas, tenían que llegar cuanto antes. El tiempo se acortaba...Kossi llegó en veinte minutos al local de revelado. Tocó el vidrio. Parecía cerrado. Esperó...No abrió nadie. Se dirigió a la parte trasera. Creyó escuchar una música...

Lisette estaba arreglando sus flores, su jardín era su mundo, allí hablaba con las plantas, con los pájaros, los recuerdos de su niñez acudían a su memoria, cada vez que se sentaba a tomar el sol, a remover la tierra, lejos quedó ese río, esa casita de madera, sus hermanos, sus padres, Boris  y Clara habían fallecido hacía diez años; de sus hermanos sólo quedaban Sebastián, Christian y su hermana Anita. De vez en cuando los veía, se reunían más que nada en Navidad, Año Nuevo o en los cumpleaños. Ella se casó con un escritor de novelas, Pedro Lever, pero su marido murió a los cinco años de casarse, no tuvieron hijos; su muerte dejó a Lis en la más profunda de las soledades. No quiso volver a tener relaciones con nadie, se dedicó a honrar la memoria de su difunto marido. En esos pensamientos estaba, cuando repentinamente las imágenes volvieron a su mente...árboles, muchos árboles, un lago y el número 9 Este. Se veía cargada, con los  brazos y la cabeza hacia atrás..seguía viendo su rostro, su rostro que no olvidaría nunca; ahora podía apreciarlo con más claridad...yo sé quién eres...tú lo hiciste...¿por qué?...¿por qué?...después más agua...
Tenía que llamar urgentemente al inspector. Debía hacerle llegar esa información cuanto antes. Pero el inspector no contestó. Sabía que en ese lugar se encontraba el cuerpo de Verónica. Lo que no sabía es dónde podía haber un lago.

Prince y Estrada llamaron en la puerta del apartamento 9. Abrió una señora bastante mayor.
-¿Se encuentra Tony? preguntaron mostrándole sus placas de policías-

La mujer quedó paralizada. No tenía idea de porqué buscarían a su nieto. ¿En qué lío se habría metido?
-Sí, esperen un momento, por favor. ¡¡¡Tony!!! ¡Te buscan, ven rápido!
-¿Quién es?
-La policía...

Tony apareció caminando lentamente. Vio a los dos hombres de uniforme azul, parados en la puerta. ¿Qué querrían?
-¿Tony Labinia?
-Sí, yo soy. ¿Por qué me buscan?
-Nos gustaría que nos acompañara para hacerle algunas preguntas.
-¿Conoce usted a Verónica Marall?
-La he visto dos veces, somos amigos de internet.
-¿Cuándo la vio por última vez?
-¿Por qué esas preguntas? Yo no he hecho nada - respondió, poniéndose a la defensiva.
-Nadie lo está acusando de nada. Responda. ¿Cuándo la vio por última vez? ¿Y en dónde?
-Fuimos al cine una vez. Pero eso fue hace unos meses. Después no la volví a ver. ¿Pero que está pasando? ¿Le pasó algo a Vero?
-Aún no sabemos. Está desaparecida desde hace como cuatro meses.- Tony tragó saliva. Estaba en problemas.

Una vez en la jefatura, se le hizo un intenso interrogatorio a Tony, le colocaron el polígrafo y pudo pasarlo. Hubo que descartarlo como sospechoso, el chico parecía sinceramente apenado por la desaparición de Verónica. Tampoco tenía cicatriz. Sólo quedaba David, que aún no aparecía. La investigación del caso quedó en un punto muerto. Quedaba la esperanza de que la clarividente pudiera aportar otras novedades. El inspector Kossi, decidió hacerle otra visita a la mujer, este asunto lo tenía muy mal, estaba contra la pared, soportando la presión de los medios y de la familia para que aclarase el caso. Pero sin un cadáver, tampoco podía probarse que hubiera habido un crimen. Estacionó en frente de la casa de Lisette, una casita muy bonita, con un jardín espléndido en la parte delantera, al entrar se respiraba mucha paz, la casa tenía la esencia de Lisette; no bien tocó la puerta, la clarividente le abrió con una amable sonrisa y lo hizo pasar.
-Lisette, perdón que interrumpa sus actividades, necesito hablar con usted. Este caso nos está volviendo locos. ¿Será que pueda ayudarnos nuevamente?
-Pase inspector, haré todo lo posible, pero pase por favor.

Se acomodaron en la mesa. Lisette puso delante de ella la foto de Verónica, tanteó con sus dedos y cerró los ojos...Imágenes que golpeaban sus ojos la hicieron sacudir, un cuerpo destrozado, heridas profundas en su cuerpo desnudo... Otra imagen se hizo presente, una calle ciega, un galpón, herramientas, carros viejos deshechos, un hombre con camisa a cuadros de espaldas acomodando el cuerpo dentro de una maleta...un basural...Otros nombres se fijaron en su mente, Frontier, un número, 2510. Ya no pudo más, el dolor le atravesaba la piel, Verónica dijo sus últimas palabras. Deseaba que la encontraran para volver con su familia, a descansar en santa paz.
Abrió los ojos llorosos, tratando de reponerse, deseaba que todo terminara pronto, también se sentía sumamente afectada por lo sucedido, quizá más que ninguno. Solamente ella era la que podía sentir a la chica, vivir su dolor, su miedo, su muerte...
-Perdón, Inspector, cuando entro en trance siento mucho sufrimiento. Verónica está muerta.
-Sí, Lisette, eso es algo que no cuesta adivinar, pero ¿qué pudo ver o sentir?
-Vi una calle con un número, 2510, era una calle ciega, un nombre, Frontier, vi como un galpó o un taller con carros viejos, vi el cuerpo de la muchacha torturada, violado, lleno de heridas, el asesino lo puso dentro de la maleta. Por último vi un basural, posiblemente haya arrojado la maleta en ese sitio. No puedo decirle más.
-Frontier, carros viejos, hay una calle con ese nombre, en la parte sur de la ciudad. Debe ser una chivera, usted sabe, donde se venden partes de carros inservibles, o deshechos. Y el basural, creo que hay uno por aquí. Quería  pedirle, Lisette, un último favor, si puede acompañarnos al basurero cuando realicemos la búsqueda. Se hará como usted indique. Es imprescindible que venga con nosotros para que podamos encontrar el cuerpo. Revisaremos el basural. Luego investigaremos la dirección.
-Sí, inspector, déjeme buscar el bolso.

A las dos horas, toda la caballería se dirigía al basural, con las patrullas caninas, los voluntarios, y por supuesto, la prensa y la televisión que no se despegaban ni por un segundo. Era un lugar bastante grande, así que tendrían que armarse de paciencia y buscar. Al llegar el hedor comenzó a hacerse insoportable. Todos se colocaron máscaras o vendas en sus rostros, para aguantar el olor inmundo. Lisette pidió poder ir delante de ellos, para que no hubiera interferencia en sus sentidos. Pasaron como tres horas, turnándose, ya el sol iba ocultándose en la loma. Lisette iba caminando con Voraz,  uno de los perros de la patrulla que la acompañaba, también siguiendo su olfato. Parecía como que la mujer y el animal siguieran el mismo rumbo. Como si los dos supieran dónde podía encontrarse el cuerpo. De repente la clarividente divisó la maleta. De color marrón rojizo, asomada entre unas bolsas. Señaló con el dedo. Voraz, al mismo tiempo, también corrió hacia el lugar. Y se sentó al lado de la valija. El también había cumplido su parte.
Llegaron corriendo Kossi y sus oficiales, pidieron a los demás que se mantuvieran a distancia. Ese momento iba a ser demasiado fuerte. Aguantando el olor ácido y fétido del lugar,  abrieron la maleta. Allí recostada en posición fetal, estaba el cuerpo descompuesto y maltratado desde hacía varios meses, de la infortunada Verónica. La colocaron en una camilla y envuelta en una manta para protegerla de las cámaras, de los curiosos que morbosamente deseaban mirar. Los padres desconsolados, se abrazaron, descansando al fin de tanta angustia vivida. Su hija podría tener cristiana sepultura
Kossi, se sintió conmovido, pensó en sus hijas, casi de la edad de Verónica; ya se podía probar que había un cuerpo. Sólo faltaba el asesino, el desalmado que la violó y mató. ese hombre tenía sus horas contadas, "seas quien seas, yo sé donde encontrarte, tus día se acabaron, maldito". De inmediato, dejó a cargo a su gente para seguir con los procedimientos que continuarían, de la inspección del cadáver, muestras de ADN, de sangre, fibras, todo lo concerniente. El hizo aparte a Medina, "vamos a la calle Frontier, alguien nos espera..."

Comentarios

Entradas populares