SECRETO DE CONFESIÓN - ÚLTIMO CAPÍTULO - CUENTO GENERO POLICIAL
5.p.m. El religioso salió del despacho como si le hubieran quitado de encima una
torre de plomo, tanto tiempo cargando esa cruz, lo había envejecido más de lo
que estaba. Subió al coche y marcó el número del departamento de la jefatura, - Buenas tardes, ¿se encuentra el
detective Coparov? – En estos
momentos no está, se encuentra cumpliendo un arresto por la zona, desea dejarle
un mensaje? – Sí, por favor
que llame al padre Gastón Bernal, que es muy importante. – No se preocupe padre, le daremos su
recado en cuanto venga. Ya faltaba poco, no sabía si eso resolvería algo pero
al menos, no seguiría ocultando la verdad.
5.15 p.m. Coparov y Millán terminaron el arresto, cuando iban de regreso, el ruso estaba en uno de sus ensimismamientos acostumbrados. -Jef, ¿ahora qué sucede? Dijo su compañero. El inspector quebró su silencio. -"¡Cómo no lo pensé antes? Soy un cabeza hueca, ¿cómo se me pasó por alto?"
- No
me diga que es otra corazonada, no jefe no me asuste por favor!
- Y
de las fuertes Eddie. Gira de regreso, vamos a la Iglesia Santa Cecilia.
- A
Santa Cecilia? Para qué?
-
Hace unos días me dijiste algo sobre Jack el Destripador no?
- Si,
claro que sí, que en esa época se hubieran podido encontrar huellas de ADN en
la escena del crimen o en las víctimas…. Rayos Copa, ya caigo! Pero y en la
Iglesia en que lugar podríamos encontrar ADN?
- En
qué lugar estuvo supuestamente el asesino cuando entró?
-
¡¡¡¡El confesionario!!! –
dijo Millán dando un pequeño salto en el asiento - ¡Bingo!, Eddie, espero que no sea
muy tarde.
En
ese momento sonó el móvil del Coparov para informarle la llamada del padre
Gastón. De regreso pasarían por allá. Esto era de vida o muerte…
5.45 p.m El sacerdote veía pasar las horas, aún no llegaba la policía. Pensó en pedirle al viejo Paco que le sirviera un té, sentía el estómago frío; de repente sentía que se acababa el tiempo. Se dirigió a la capilla, donde su jardinero regularmente hacía la limpieza o cambiaba las flores de las imágenes. No lo vio por ninguna parte, pero sí notó que la puerta que daba al patio estaba semiabierta. Se extrañó, pero en eso oyó un ruido seco, como si algo se hubiera caído.
5.45 p.m El sacerdote veía pasar las horas, aún no llegaba la policía. Pensó en pedirle al viejo Paco que le sirviera un té, sentía el estómago frío; de repente sentía que se acababa el tiempo. Se dirigió a la capilla, donde su jardinero regularmente hacía la limpieza o cambiaba las flores de las imágenes. No lo vio por ninguna parte, pero sí notó que la puerta que daba al patio estaba semiabierta. Se extrañó, pero en eso oyó un ruido seco, como si algo se hubiera caído.
ó, pe
¿Paco? Estás ahí? – No
recibió contestación - “Seguramente
pensó debe haber bajado al sótano a guardar algo, le he dicho tantas veces que
no baje ahí”. La puerta del sótano estaba abierta. Comenzó a bajar. El olor a humedad le
impregnó totalmente, era insoportable. -
¿Paco? ¿Dónde te metiste? - De
repente en la semioscuridad tropezó con algo, prendió la linterna de bolsillo y
vio el cuerpo del pobre viejo, tenía sangre en la cabeza. Intentó correr hacia
las escaleras para buscar ayuda, pero unas manos fuertes los sostuvieron.
–
¿Adónde va “padrecito” ?
-
Padrecito, padrecito, usted me ha decepcionado, absolutamente, me ha
decepcionado. ¿Por qué tuvo que hablar? ¿Por qué no me hizo caso como le
previne hace unos años? El
sacerdote reconoció en ese “padrecito” la voz desagradable, metálica del
asesino. No sentía miedo, solo temía por la gente que estaba cerca de él; que
sin saber podrían pagar las consecuencias con su vida. - Yo no he hablado -; - Usted, un clérigo, ¿mintiendo?
Quién lo diría. – ¿Y a que vino la policía esta mañana? A tomar café?, a
confesarse? A qué, dígame! A quéeeeeeeeeee cura desgraciado!
-Tranquilícese,
le he dicho que no he hablado. Vinieron a preguntarme por los crímenes
ocurridos, pero les dije que no sabía nada.
- No
me fío, de todas formas ya me vio. Lo lamento, pero no puedo dejarlo ir. Tenía
pensado una despedida más original para usted padre pero no hay mucho tiempo.
Comience a rezar “padrecito” pronto irá a tocar la lira con los angelitos.
jajajajajajajaja.
5.50 p.m Los detectives después de insistir lograron que el sacerdote de la vieja
iglesia los dejara llevarse el confesionario, que estaba guardado en un patio
donde se almacenaban los muebles viejos del templo, pues la madera de éste se
había deteriorado con el tiempo. No se sentían muy optimistas por el daño que
pudiera presentar el dichoso mueble, pero pidieron al departamento que fueran a
recogerlo. En pocas horas podrían saber cuántas huellas encontrarían. Tal vez
estuviera la que buscaban. Coparov era un ateo porfiado, pero en ese momento le
dijo a Millán “si Dios existe que nos haga un milagro con el confesionario”.
Millán reía para sus adentros. –“Jefe
no había que ir a hablar con el padre Gastón?, puede ser importante.” – Tienes
razón, vayamos enseguida a ver qué nos tiene el padre.
En
menos de una hora llegaron a la Capilla, era un lugar hermoso, se respiraba una
paz muy especial. “Aquí
seguramente no debe ser difícil creer en Dios” –se decía el ateo- Llegaron a la
puerta que encontraron abierta, el viejo Paco no se veía por ninguna parte. ¡Paco! ¡Padre Gastón! Hay alguien
aquí? ¡Qué raro, pero la puerta está abierta! Revisemos en la oficina. – No sé,
Millán, esta vez no sé porque tengo una corazonada fea – Inspector, usted con
sus corazonadas va a lograr que me de un infarto al miocardio. – Te lo digo en
serio, esto está demasiado silencioso. No es un silencio natural, ¿ no sientes?
– Yo? Copa, yo solo siento el ruido de mi estómago que me está dando hambre.
De
repente se sintieron como unas voces lejanas…..
6.10
pm
- Si
me matas no me importa, has lo que tengas que hacer, pero piensa que algún día
esto deberá terminar. La justicia divina tarda a veces pero llega. Aún puedes
arrepentirte y entregarte. No cargues otro crimen más a tu conciencia.
-
Justicia divina! Usted me habla de justicia divina! ¿Y dónde estaba Dios cuando
mi madre hizo lo que hizo de mí? ¿Quiere qué le cuente lo que mi madre hacía
conmigo? La perra asquerosa! Me desnudaba y me metía en su cama, me hacía todas
las porquerías que usted no se imagine. Y tenía nueve años, nueve añooos! ¿Y
quién me hizo justicia? ¡¿Dios?! No me haga reír. Pues maldigo a su Dios. Ella
estaba podrida, igual que todas, todas son perras asquerosas. Se acabó padre,
mi conciencia me dice que lo despache. Sáquese la sotana. ¡¡¡¡Ahora!!!
No
sintió que alguien bajaba por las escaleras. No se dio cuenta que la justicia
estaba por cumplirse. – ¡Ponga
las manos en alto! ¡Quédese quieto! ¡Póngase contra la pared y abra las
piernas!
El
criminal no se movió, en un instante, rápidamente agarró al sacerdote con las
dos manos sujetándolo por el cuello, haciéndole la cabeza hacia atrás;
empujando al cura con él se dio vuelta…
-
Hágase a un lado. Daré un paseo con el “padrecito”. Un leve movimiento y se la
entierro– mostrándole la
navaja con que mantenía sometido a su rehén comenzó a caminar hacia atrás hacia
las escaleras pero sin darle espalda al policía.
- No
sea estúpido. No va a llegar muy lejos. Vienen refuerzos en el camino (No era cierto, pero tenía
que amedrentarlo) –le inquirió Coparov. – No
tiene escapatoria. Suelte al sacerdote .–
El
asesino hizo un movimiento rápido intentando cortarle el cuello a Gastón, pero
alguien a sus espaldas gritó: -
¡¡¡Quieto!!! El hombre,
sorprendido, dio un salto, soltó al cura que se apartó inmediatamente. Millán
disparó…
Todo
había terminado. El cuerpo del psicópata aún temblaba con los estertores de la
muerte. – Padre, ¿qué está
haciendo? El sacerdote se
inclinó sobre el moribundo, de él solo pudo alcanzar a oír unas palabras: “….infierno… hasta….” Sus ojos quedaron perdidos en el vacío
de la oscuridad. –“Que Dios
tenga misericordia de tu alma”…. Le
dijo el padre haciendo sobre el muerto la señal de la cruz.
Después
que se levantaron el cadáver, les prestaron ayuda al religioso y a don Paco que
estaba solo malherido. Una ambulancia se llevó al jardinero al hospital,
mientras los detectives se quedaron hablando con Gastón.
-
Usted cree padre, que un hombre así podrá tener entrada en su dichoso paraíso? - le preguntó el Inspector.
-
Todos somos hijos de Dios. La misericordia de Dios es infinita y sus designios
indescifrables. No sabemos lo que este hombre haya sufrido en su vida pasada.
Cristo vino por los pecadores, para darnos una esperanza.
- Ay padre, perdóneme, pero por ahí dicen “el que a hierro mata a hierro muere”, la
vida de éste la desconozco, pero si sé de las familias de las vidas que él
cegó, ¿quién les devuelve la esperanza?, ¿Quién les devolverá sus vidas? Algún
día si llego a creer en su fe, no me quisiera encontrar con ese loco ni en el
paraíso ni en ningún otro lado. Gracias padre Gastón, por todo, y espero volver
a verlo alguna vez. Paco ya fue trasladado al hospital. Solo recibió un golpe
considerable pero estará bien.
-
Adiós, cuídense, hasta que Dios diga…
EPILOGO
9 pm.
Los detectives habían terminado otra jornada. Otra misión cumplida, con valor,
otro criminal menos que andaría por esas calles de Dios. La noche tenía un aire
puro, perfumado; Coparov miró hacia el cielo estrellado y aspiró profundamente
el perfume de las rosas del jardín de la capilla. – Bueno – se dijo a sí mismo– habría que darle una oportunidad a
ese Dios para que me diga de una vez donde está.-
-
Jefe, otra vez pensando? No, Copa, deje a sus corazonaditas descansar. –
Millán un poco cansado se reclinó sobre el asiento de la camioneta.
- Sí
tienes razón, pero no era una de esas, solo pensaba...
-
¿Qué Copa? -
Preguntó su mano derecha.
- Que
alguien nos espera para brindar con una botella de vodka. ¿No te acordabas?
- Es
verdad ¡el tovarisch Flynch! ¿Tiene permiso de su esposa Inspector Coparov?
- Con
permiso o sin permiso ¡Váshe zdaróvie! 1
1 ¡Váshe
zdaróvie! (A su salud en ruso)
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