CAPÍTULO CERRADO

No creas que cuando recibas estas últimas líneas, estuve llorando, o tirada en una cama, pensando que el mundo se acababa. Te escribo para poder ponerle un final a este capítulo, porque no quiero dejar nada inconcluso. Será la última vez que sepas de mí, después te borraré, te clausuraré en mi vida, como la poca cosa que te siento ahora. Después de estas últimas letras, seguiré adelante con la frente bien alto y mi dignidad invicta de toda humillación, de todo desamor, de todo el pasado. De hoy en adelante serás letra muerta en mi vida.
No te niego que alguna vez sembraste una ilusión, que brotaste mi vida de primaveras, de mariposas, de poesía, de vida. Te dije sí cuando me envolviste en tus brazos, porque todo era miel a nuestro alrededor, sin malos presagios, dos para quererse y nada más; a veces deseaba pellizcarme para convencerme de esa felicidad. No te negaré nada de lo que viví a tu lado, desde el momento en que te conocí, sentí que eras el que tenía que ser, el que había esperado toda mi vida. Pero… el corazón se equivoca, casi siempre, cuando se deja engañar por las promesas, por el primer encuentro, por los primeros besos. El corazón es ciego cuando el amor lo envuelve en sus trampas, en sus caricias de terciopelo, no puede ver detrás la falsedad; no pude ver que debajo de tu superficie no había nada dentro. Solo palabras huecas, siempre las palabras, que quieren adornar un futuro sin horizonte.
Que yo te quise, en eso no me engaño; te lo di todo, te abrí el corazón de par en par, no me reservé nada, porque soy así, cuando quiero, cuando amo, cuando me entrego. Soy de las auténticas, de las que quieren todo o nada, sin medias tintas, soy de una sola cara, no de dos como resultaste ser vos.
Después de la ilusión llega inevitablemente la decepción, solo que no esperaba que eso ocurriera en nosotros; el tiempo que es el que sabe más, empezó a demostrármelo, poco a poco noté que ibas cambiando, ya no eras el de antes; ya no me buscabas, ni me llamabas, ni me endulzabas con tus palabritas tiernas (ahora las odio), yo sí te buscaba y te preguntaba que pasaba, que sucedía con nosotros; vos mirabas para otro lado, o te hacías el que no pasaba nada; no hay nada peor que el silencio, que huir de la verdad, y eso es lo que hiciste, hasta que no te quedó más remedio que abrir ese corazón sordo, ciego y mudo. “No estoy preparado para un compromiso” “Primero hay otras prioridades en mi vida”. La verdad es que excusas no te faltaron. Y eso era todo. De repente el corazón mío abrió los ojos, te vio tan cobarde, tan superficial, tan estúpido, que aún no comprendo como pude enamorarme, como pude darte tanto. Porque así era yo, demasiado para vos, demasiado mujer para un pequeño hombre; porque así te veo hoy, chiquito, insignificante, reducido a nada. Pero no te deseo mal, que la suerte te acompañe.
No creas que lloré cuando corté por lo sano, bueno, algo tal vez, pero yo misma me sorprendí de no haber sufrido tanto como temía. Ahora estoy acá, de nuevo, estrenando otra primavera sin vos; sola, pero con mi alma en paz. Aspirando un nuevo aire, mirando un nuevo sol que brilla como nunca. Sos capítulo cerrado. Agua que no ha de volver a pasar. Fuiste lo que fuiste, un amor más en la vida, de esos que pasan sin dejar estela, uno más hasta que llegue el que espero, ese que cuando lo vea, mi corazón me dirá que no estamos equivocados ninguno de los dos. El verdadero.

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