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AMARGAS HORAS - CAPITULO I

4 de julio de 2002 - Lucy tengo que terminar de hacer trabajo en la computadora; estaré en mi estudio, no me pase ninguna llamada, ah y por favor, lleve a la bebé  al parque, para que se entretenga un poco, pero por favor, con cuidado sí? Que no se lleve cosas a la boca, usted ya sabe, en una horita las quiero de regreso.   – Quien hablaba así era Chantal Bouvier, una joven madre soltera de veintisiete años, escritora,  una mujer completa, independiente; había vivido una relación con Max Brighton, cuando se quedó embarazada él la dejó. Nunca se preocupó por la niña, ni siquiera quiso ir a conocerla. A Chantal no le importó. Deborah era su vida, era de ella, no necesitaba un padre como Max, un irresponsable, una basura que recogió por esas calles de Dios. Vivía en un apartamento en el quinto piso en una zona un poco alejada de la ciudad de Miami, en Estados Unidos. Su madre la iba a visitar dos veces por semana para ver a su nieta. - Sí señora Chantal, enseguida volve

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